Saramago

OBJETOS

«Un día, conversando con algunos colegas de la orquesta que en tono ligero hablaban de la posibilidad de la composición de retratos musicales, retratos auténticos, no tipos, como los de samuel goldenberg y schmuyle, de mussorgsky, tuvo la ocurrencia de decir que su retrato, en caso de existir en la música, no lo encontrarían en ninguna composición para violonchelo, y sí en un brevísimo estudio de chopin, opus veinticinco, número nueve, en sol bemol mayor. Quisieron ellos saber por qué, y él respondió que no conseguía verse a sí mismo en nada más que hubiera sido escrito en una pauta y que ésa le parecía la mejor de las razones. Y que en cincuenta y ocho segundos, chopin había dicho todo cuanto se podría decir sobre una persona a la que no podía haber conocido ...»

José Saramago, Intermitencias de la muerte

La música, que comprende tanto el sonido como el silencio, están presentes siempre en los libros de Saramago. Su predilección es amplia: Bach, sobre todo, y como definitorio Chopin, aunque no oculta su vinculación con "cierta música contemporánea". La celesta añade un hálito mágico a la melodía, así como los gongs tailandeses afinados. La alternancia de dos estudios se produce como un recurso de la memoria, las músicas están ligeramente manipuladas, con una capa de reverberación acumulada, que le da una pátina de irrealidad. Suena el tema que he utilizado como notas temáticas y que suenan en armónicos de violín al unísono. S(si)-A(la)-R(re)-A(la bemol)-M(mi)-R(re sostenido)-A(la sostenido)-G(sol)-O(do).

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Mariposa

Intérpretes

Joan Cerveró, piano, percusión y electrónica
Mª Carmen Antequera, violín I
David Andreu, violín II

«Tengo una radio, Una radio, exclamó la chica de las gafas oscuras dando palmadas, música, qué bien, Sí, pero es una radio pequeña, de pilas, y las pilas no duran siempre, recordó el viejo, No me diga que nos vamos a quedar aquí para siempre, se lamentó el primer ciego, Para siempre, no, para siempre es siempre demasiado tiempo.»

José Saramago, Ensayo sobre la ceguera

Esta escena es un pequeño homenaje a la radio y lo que queda de sus sonar en nuestra memoria. La escena trata la secuencia sonora como un documento sobre lo que queda en el recuerdo del autor, -también de cada uno de nosotros-: el olor, la luz, el aire y también, aquí, "lo escuchado". En este fragmento, reproducido a través de una radio de válvulas de 1936, se escuchará "lo que escuchaba Saramago", aquellos recuerdos sonoros que se cruzaron con su realidad. También somos lo que escuchamos y cómo lo escuchamos. El título de esta escena es un pequeño homenaje al compositor de la República Democrática Alemana (R.D.A.) Hans Eisler, quién también homenajeó a la radio en uno de sus más célebres Lied.

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An den kleinen Radioapparat

Intérpretes

Mª Carmen Antequera, violín I
David Andreu, violín II
Sylvie Berger, viola

«El banco alto en el que yo debía sentarme ya estaba allí, esperándome. Me gustaba verlo pintar los barros, cubiertos de vidriado por fundir, con una pintura casi gris que, después de la cocedura, se transformaría en el conocido tono azul de este tipo de cerámica.»

José Saramago, Las pequeñas memorias.

Descripción sonora del proceso de manufactura cerámica: amasar el barro, secar, lijar, pintar, cocer y recoger. Sonidos diversos que forman una constelación, ya que hay muchos y diferentes sonidos, como el del fuego, el craquelado o vidriado, por ejemplo. La memoria de sus primeros años, la alfarería, las necesidades de las empresas. Se utilizará una BS que ya esté testada.

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Terra

Intérpretes

Joan Cerveró, acordeón y electrónica
Mª Carmen Antequera, violín I

«—¿Qué sabe hacer? —Sé escribir a máquina. —¿Sólo?»

José Saramago, Claraboya

La máquina de escribir fue el primer objeto sonoro de Saramago. Su trabajo en la redacción del periódico, o sus largas noches de preparación y escritura estuvieron acompañadas por ese sonido, unas veces rítmico, otras caótico, con su consistente pulsar, que unas veces se transformaban en cuchillos, otras en voces inconexas y, las más, en tratar de aunar la belleza de las palabras y los sonidos. Sonidos que pertenecen al pasado pero que siempre están presentes, en Saramago y en todos nosotros.

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Hermes 2000

Intérpretes

Joan Cerveró, percusión/máquinas de escribir y teléfono

«Maravillosa música finalmente compuesta y tocada por generaciones de coleópteros, para su gozo y nuestro beneficio, como fue el sino de la familia Bach, tanto antes como después de Juan Sebastián. Música no escuchada, y si la hubiese escuchado qué habría hecho, por aquél que sentado en la silla con ella cae y forma en la garganta, por susto o sorpresa, este sonido articulado que tal vez no venga a ser grito, aullido, mucho menos palabra. Música que va a callarse, que se ha callado ahora mismo...»

José Saramago, Casi un objeto

La silla, un sillón austero, con tallados heráldicos, serpientes tropicales, atributos todos extraños. Un trono lleno de polvo y decadencia que ocupa un tirano, un dictador: Salazar. Pero la carcoma va haciendo su camino y poco a poco la silla se romperá y el sátrapa caerá. Suena la canción que inicia la revolución, el suave rumor de la victoria, el aria sensual y comprometida de Bach. De pronto la silla se ve iluminada con los colores rojo y verde, como la patria, como la bandera de Portugal, tan necesitada de humanidad y descanso. La silla está llena de polvo, está muerta, pero no cae. El polvo cubre su quimera. No hace falta limpiarla. La silla se quebrará. La carcoma, al final, conseguirá su objetivo.

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Carcoma

Intérpretes

Joan Cerveró, órgano portable
Mª Carmen Antequera, violín I
David Andreu, violín II

«La puerta es antigua, la última capa de pintura marrón está descascarillada, las venas de la madera, a la vista, recuerdan una piel estriada.»

José Saramago, Todos los nombres.

Una puerta en la parte más oscura de la habitación ¿Qué hay detrás?, ¿porqué no está permitido abrirla, traspasarla? Se escucha gente, muy lejos, sí, pero hay vida, luces, sonidos ¿porqué no podemos comunicarnos? La puerta de oficina está apoyada sobre el rincón. Hay sonido, pero suena como silencio. La música para orquesta de cuerda suena como soporte, pero los verdaderos silencios son los de las voces y los ruidos bizarros, extraños. Una puerta que el mismo Kafka hubiese hecho suya. El deseo es traspasarla. El miedo siempre nos puede. Es la oscuridad de nuestro destino.

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Behind the door

Intérpretes

Joan Cerveró, teclados/Sampler

«¿No se ha dado cuenta de que en esta casa los relojes están parados a las cuatro de la tarde? Es usted la primera persona a la que se lo cuento. Los detuve a las cuatro porque fue la hora en que la conocí.»

José Saramago, entrevista de Carmen Rigalt en el magazine de El Mundo, 1996.

Cuatro relojes, procedentes de diferentes lugares. De diferentes texturas, colores, materiales. Ninguno funciona, pero todos suenan. Todos marcan las 16:04 H. Ninguno funciona, pero todos están vivos. El tiempo enmarca la vida, podemos pararla, podemos parar el tiempo, pero sigue funcionando. El sonido del reloj se transforma aquí en cuatro instrumentos de cuerda, tocados en pizzicato, aunque suena en el centro de la obra ya con arcos, sonando en armónicos, el leitmotiv de toda la suite SARAMAGO. Un cuarteto hecho de tiempo y de amor, irregular, constante y continuo.

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Stopped Clock

Intérpretes

Mª Carmen Antequera, violín I
David Andreu, violín II
Sylvie Berger, viola
Laura Gómez García, violonchelo

«Durante un instante la muerte se soltó a sí misma, se expandió hasta las paredes, llenó todo el cuarto, y se alongó como un fluido hasta la sala de estar contigua, ahí una parte de sí misma se detuvo a mirar el cuaderno que estaba abierto sobre una silla, era la suite número seis opus mil doce en re mayor de Johann Sebastian Bach compuesta en cóthén y no necesitó haber aprendido música para saber que fue escrita, como la nona sinfonía de beethoven, en la tonalidad de la alegría, de la unidad de los hombres, de la amistad y del amor.»

José Saramago, Las intermitencias de la muerte

La tranquilidad, la paz del creador se produce a través de espacios y de objetos. Es aquí donde la pluma estilográfica toma su lugar y se convierte en el "arma" de la tranquilidad, del cuidado, de la cercanía, de lo relativamente humano. Suena una lenta Sarabanda de J. S. Bach, como motivo esencial para transmitir esa constante búsqueda de belleza. Y ¿qué es esta búsqueda sino un retrasar la presencia de la muerte, el olvido de nuestra finitud? La escritura se convierte en música y se eleva a otra dimensión, etérea, pero real. También existe este eco de los instrumentos de cuerda que, sonando en armónicos, presentan el leitmotiv de toda la composición, este acrónimo sonoro sobre el nombre del escritor. Más bien un pretexto que un recurso.

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Caneta-Tinteiro

Intérpretes

Sylvie Berger, viola
Laura Gómez García, violonchelo

«¿Qué es eso de intentar penetrar el interior de la piedra en lugar de seguir describiendo su superficie? Si al iniciar este pretendido diálogo entre lector y autor dije que cada vez me interesa menos hablar de literatura, no fue para asentarme en una contemplación silenciosa de las cosas y los seres, sino porque considero que la literatura es solo una parte de la vida, del tiempo, de la historia, la cultura, la sociedad. Nada más.»

José Saramago, conferencia: De la estatua a la piedra: el autor se explica a sí mismo.

Una piedra. La piedra. Una común piedra recogida a la orilla del mar puede ser la explicación, la metáfora real de toda una vida. Pero a esta piedra se la conoce como "canto rodado". Canto, palabra homógrafa que nos remite aquí a la música de las piedras. La piedra también representa en Saramago el intento por saber, por conocer, por ver el interior de las personas y lo hechos, y también demarca la presencia incontestable de la naturaleza, del tiempo, la tardanza asumida en esculpir una vida, especificándonos, con su sobriedad, rudeza y sencillez, que la vida va siempre por delante de la cultura: la piedra es la medida del hombre. El mar la talla y la redondea, la impulsa; el viento la quiebra y la traslada, y la piedra rueda, queda o reposa, pero no por ello deja nunca de resonar.

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Different Stones

Intérpretes

Joan Cerveró, percusión

Castellano